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"Me acuerdo de ti" (Robe Iniesta)



miércoles, 18 de agosto de 2010

ENTREVISTA A ZENA EL-KHALIL


Entrevista a Zena El Khalil

“Beirut es una ‘drag-queen’”

Un retrato del líder de la guerrilla de Hezbola pintado de rosa en una galería de Beirut fue la comidilla de los círculos artísticos libaneses en otoño de 2006, dos meses después de la guerra. La artista, Zena El Khalil, había sido la bloguera del conflicto, contando con estupefacción la vida bajo las bombas israelíes.

Animada por una lectora del blog, que ahora es su agente literario, beirutupdate.blogspot.com se ha convertido en un libro, “Beirut I Love You”, una autobiografía de su autora.
- Nunca hubiera imaginado estar viva hoy aquí. Cuando escribía el blog me preparaba constantemente para la muerte y siempre pensaba: “esta va a ser la última entrada”.
- Un testamento renovado día a día.
- Totalmente. En cierto modo, eso era el blog.
- Tres años después de la guerra, ¿cómo es la vida en Beirut?
- No ha cambiado mucho. En Beirut se vive con mucha intensidad. Demasiada. Como si cada momento pudiera ser el último y el mundo fuera a acabarse mañana.
- Pero ahora mismo nadie está lanzando bombas.
- No, este verano Beirut ha sido elegida destino turístico número uno por “The New York Times” y nos han visitado casi dos millones de extranjeros. Pero nuestro gobierno no es muy estable. Y en 2008 volvimos a estar al borde de la guerra civil. En Líbano la vida se mueve por ciclos. Y debemos estar alerta, porque puede que el año que viene por estas fechas vivamos una realidad completamente diferente.
- ¿Cómo es un día cualquiera de Zena, en Beirut?
- Me suele despertar mi perra, Tapi, que se acuesta conmigo. Por la noche se pone a mis pies, pero por la mañana casi no me deja sitio. La muevo, se despierta, y me empieza a lamer. Antes de nada, me tomo un café en la terraza. Vivo en el centro, en una casa antigua, en el barrio de Hamra. Luego me voy a mi estudio, cerca del mar, a quince minutos andando. Allí trabajo en mi obra y, por la noche, salgo a ver a mis amigos y a mi familia. Otros días los dedico a hacer trabajo de oficina, organizando diferentes eventos artísticos.
- ¿De qué tipo?
- Sobre todo, de artes visuales y de música experimental. Pero también trato de publicar a jóvenes escritores en homenaje a mi mejor amiga, Maya, que murió de cáncer en 2006 y quería ser escritora. Y apoyo a una revista trimestral de cómics, “Salamandal” (“Salamandra”).
- ¿Es difícil conseguir financiación para estos proyectos?
- En Líbano, llevar a cabo cualquier proyecto artístico o cultural es muy difícil.
- ¿Cómo se las arregla?
- No lo sé. Muchas veces no lo consigo. Pero pido, mendigo,.... y ahora que la gente ya sabe que me dedico a ello, cuando los llamo, ya saben a por lo que voy.
- ¿Es financiación pública o privada?
- No hay financiación estatal para proyectos artísticos en Líbano. No tenemos instituciones artísticas. Ni siquiera hay un museo de Arte Contemporáneo. Existen unas pocas galerías de arte, privadas, y hace menos de un año he abierto el primer centro de arte sin ánimo de lucro, Xanadu. En realidad, lo abrí primero en Nueva York. Después del 11 de septiembre se generó un fuerte sentimiento antiárabe, y circulaban muchos estereotipos. Así que pensé que crear un espacio donde se exhibiera la obra de artistas árabes podría ser una forma de tender puentes entre las dos culturas.
- ¿Tuvo éxito allí?
 - Fue increíble. Algo tan sencillo como invitar a vino, queso y uvas en la inauguración de una exposición atrae a la gente, fomenta el diálogo, quita muchos miedos y ayuda a que desaparezcan los estereotipos. Mi socio ponía el espacio, yo me ocupaba de todo lo demás. Sobre todo, de saber dónde comprar el vino más barato. Lo pagaba de mi bolsillo. Cuando volví a Beirut, decidí abrir un espacio semejante, porque era fácil compaginarlo con mi trabajo como artista.
- ¿En qué obra trabaja actualmente?
- Acabo de tener una instalación en Turín, en una piscina abandonada. Era una gran escultura de formica, con la palabra “Alá”, escrita en árabe, cubierta de pequeños espejos, y giratoria. Por la noche pinchaba un dj libanés y la gente bailaba y bebía al son de la música árabe. Era una forma de acercar a la gente. Cuando bailas, no sabes nada de la persona que tienes al lado, ni su religión, ni su ideología, sólo te fijas en que te gusta la canción. Con este proyecto he tratado de decir: en vez de matarnos en nombre de Dios, bailemos y juntémonos en nombre de Dios.
- En su obra siempre hay muchas referencias religiosas. Y en “Beirut, I Love You” menciona que decidió ser artista contemplando “La piedad”, de Miguel Ángel, en el Vaticano. ¿Es una persona religiosa?
- Más que religiosa soy muy espiritual. Es lo que me hace ser como soy, creer en una filosofía de vida que sigo firmemente.
- ¿Cuál?
- El amor, la compasión, el respeto, y el creer que hay algo más grande que los seres humanos, sea lo que sea, una energía,... Me encanta visitar templos para ver en qué cree la gente y cómo pone su fe en algo. Especialmente porque la guerra civil de mi país se quiso vender con el estigma de que era una guerra religiosa, de que Beirut se dividió en cristianos y musulmanes luchando unos contra otros. Y, por supuesto, la realidad era política: la fundación del estado de Israel, el desplazamiento de los palestinos, la creación de la guerrilla palestina en Líbano, lo que involucró a Líbano, y América luchando contra Irán en nuestro país. La religión se utilizó para separar a la gente.
- No se siente, entonces, cristiana ni musulmana.
- Soy drusa, que, históricamente es una rama del islam, pero sus escrituras son muy diferentes. Por ejemplo, la religión drusa cree en la reencarnación.
- ¿Cree usted en la reencarnación?
- Sí, aunque no por la religión drusa, que tampoco conozco muy bien. En lo que creo es en el amor. De pequeña leía mucho a Khalil Gibrán. Hay una frase suya en “El profeta”, cuando habla del amor, que siempre he guardado dentro de mí: “Sigue al amor aunque sus caminos se hagan muy cuesta arriba”. Es decir, aunque sea difícil, tienes que hacerlo. Se refiere al amor verdadero, no al amor egoísta. Y es difícil de seguir, porque implica una sublimación de tus emociones para poder salir de ti mismo.  
- Además del amor espiritual, dedica muchos párrafos en su libro al amor carnal. Cuando dice “Beirut, I Love You”, ¿lo ve más como un hombre o como una mujer?
-  Beirut es una “drag-queen”. Una “queen” ardiente, porque es una mezcla de todo. A veces es muy masculina y, otras, muy femenina. Y hay días en que se pone demasiado pintalabios, y le queda horrible, un pintalabios naranja, y te preguntas: “Pero... ¡¿por qué?!”
- Pensaba que Beirut se maquillaba de rosa, a juzgar por sus obras. Lo que les da cierto toque kitsch.
- ¿Kitsch? En el Este, el color rosa no tiene nada que ver con lo kitsch. Esa es una connotación occidental. Para nosotros, el rosa es un color espiritual, que está en muchos templos, o en los mandalas. Como las flores, que también utilizo en mi obra. Y tampoco tiene connotaciones femeninas. En occidente, el rosa es un color superficial, empalagoso, como de algodón de azúcar. En el Este, no es así. Lo he visto, incluso, en una bandera de Hezbolah.
- ¿Por ello eligió el rosa en su retrato de Hassan Nasrallah, el líder de la guerrilla islámica de Hezbolah?
- Como artista, el rosa es para mí un color llamativo, que atrae fácilmente la atención de la gente hacia una obra. Para que luego cada cual piense sobre ella lo que le dé la gana. A alguna gente le pareció que me burlaba de él. Pero Andy Warhol pintó a gente de rosa, y no se burlaba de ellos, era el lenguaje del pop. Yo quería darle a Hassan Nasrallah ese estatus de Marilyn Monroe o Mohamed Ali, porque de la noche a la mañana se había convertido en un fenómeno mediático.
- La política está muy presente en su obra, directa o indirectamente. ¿Pensó en algún momento dedicarse a ella?
- Cuando era pequeña era muy activa políticamente, incluso en el colegio, donde era la delegada de mi clase. Sobre todo, después de ver en la televisión la primera guerra de Irak, que me pareció algo inaceptable. Pero cuando volví a Beirut para la universidad, me di cuenta de lo que asquerosa que es la política, un círculo endogámico de personas corruptas. No quería formar parte de eso. Así que decidí expresarme a través del arte.
- ¿Cómo eran sus primeras obras?
- Introspectivas. No tenían nada que ver con la realidad política. Luego ya empecé a tratar más el tema de la violencia, la guerra, y la masculinidad asociada a ellas. No tengo nada contra los hombres, me encantan, pero la gente que lleva armas en las calles son hombres. Y es necesario decirlo.   
- A propósito de hombres. En “Beirut I Love You” habla de su ex-marido, de su hermano, y de muchos otros hombres, pero, al contrario que a su madre, apenas menciona a su padre. 
- Mi padre es casi como un ángel, siempre está de mi parte, y no forma parte del mundo que describo en la obra. Le costó mucho leer este libro. Mi madre lo leyó, y se sintió muy mal. Cuento vivencias muy duras, y se sentía culpable por no haber estado a mi lado. Así que quiso impedir que mi padre lo leyera. Mi padre compró el libro, y ella se lo escondía. Esto pasó varias veces hasta que, al final, mi padre compró seis ejemplares y los guardó bajo llave en un armario. Durante todo ese tiempo yo pensaba en cómo explicarle que este libro era una forma de expresión artística, en un lenguaje diferente al de la pintura. Cuando por fin lo leyó, me llamó por teléfono. Lo primero que me dijo, muy serio, fue: “Zena, estoy muy decepcionado”. Y yo pensé: “horror”. El corazón se me encogió. Y luego añadió, con cierta gracia: “Casi no has escrito sobre mí”. Y entonces sentí un gran alivio. “Eso es porque te quiero, papá”, le contesté. “Y porque todos los hombres que aparecen en el libro me han dado muchos quebraderos de cabeza”.
- En cambio, sí que cuenta la historia de su abuelo paterno.  
- Fue la parte más difícil. Aunque quiero y respeto a mi abuelo, vengo de una sociedad en la que todo lo deciden los hombres. Una sociedad muy masculina, sin figuras femeninas fuertes. Mi padre y mis tíos siempre hablan de su padre con tanto respeto que parece miedo. Y me tomé la licencia artística de cambiar en el libro cosas de su vida para, no desacreditarlo, pero sí bajarlo de altar y hablar de él como de un ser humano normal, que sentía miedo, remordimientos y tristeza. Era una forma de que las mujeres pudieran escucharse más en el libro. Mi familia paterna todavía sigue enfadada conmigo. Esa es otra de las razones por las que no escribí sobre mi padre. Creo que fue Milan Kundera quien dijo que un artista debe “matar” a sus padres. “Maté” a mi abuelo, pero...
- ... pero no pudo “matar” a su padre.
- No, no puedo... No quiero.

Beirut, I Love You”

“Beirut, I Love You” no es la crónica de una guerra, ni de dos, ni de tres. Ni un alegato político sobre el conflicto árabe-israelí. Es la autobiografía de una joven libanesa que enarbola la bandera del amor, como una Khalil Gibrán del siglo XXI; de una artista drusa que cree en la reencarnación, contada desde sus dos vidas anteriores, un niño que murió en el Titanic y una cantante víctima de un accidente de tráfico, hasta su vida actual, la de una mujer cosmopolita, criada en Nigeria, que se graduó en un instituto de Londres, estudió Bellas Artes en Beirut y en la Escuela de Artes Visuales de Nueva York, donde le sorprendió el 11 de septiembre y la reacción de odio hacia los árabes.
“Beirut, I Love You” es una historia de amor hacia una ciudad siempre en guerra o al borde de la misma, en la que, para vencer el miedo a la muerte, Zena decide convertirse en una superheroína. Se decanta por Tarzán. Pero en casa de su abuela encuentra el traje de novia de su madre y se lo enfunda para pasearse por las calles. Una ciudad donde acostarse con el mayor número posible de personas es la mejor forma de sentirse vivo. Y, a falta de hombres, diezmados por la emigración, las mujeres se hacen los favores entre sí. Un Beirut donde los milicianos reconvertidos en porteros de discoteca recuerdan sus asesinatos, y Zena les habla del “Guernica” de Picasso y del poder del arte para expresar la desolación. Pero, sobre todo, “Beirut, I Love You” es el homenaje a su mejor amiga, Maya, muerta de cáncer en plena juventud.

Su amiga Maya

Retrato de Nasrala

"It's a boy!"

Imágenes:
http://beirutupdate.blogspot.com/
http://www.ziggydoodle.com/

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