Remando en polisíndeton

"Me acuerdo de ti" (Robe Iniesta)



miércoles, 25 de agosto de 2010

JAMES NACHTWEY, LA MIRADA DEL TESTIGO


James Nachtwey es tal vez el fotógrafo de guerra vivo más famoso del mundo.


Me llamó la atención de él su apariencia de persona imperturbable que, sin embargo, parecía esconder un atisbo casi imperceptible de actitud vigilante.
Recuerdo también que pensé que ese rictus un tanto de misántropo podría deberse a los horrores que había presenciado, que habían "emulsionado" la película de la expresión de su rostro.
Me gustó también ese sentido casi religioso que daba a su profesión. Ser fotógrafo es para él una misión en el sentido religioso de la palabra.
Y me sorprendió gratamente cuando, al día siguiente de la entrevista, me saludó cuando me vio pasar por la calle desde la terraza de bar en la que estaba con su pareja, una bella oriental.

Subo aquí un comentario a una exposición suya en PhotoEspaña 2000 y la entrevista que le hice con motivo de aquella exposición.

Foto: Charlie Cole para la revista "Time".


Semblanza
Nachtwey es un tipo alto, largirucho, recurre al traje de campaña (camisa verde arremangada, vaqueros usados y botas) fuera de ella, te saluda por tu nombre si te topas con él en el callejeo de media tarde, y sorprende su parquedad de conversación, el susurro de su habla, la salmodia con que verbaliza, consciente, tal vez, de que su palabra es la foto, imágenes que echan por tierra su aparente serenidad, casi adormecedora, algo de misionera; instantáneas que destrozan la vista, el corazón, el estómago y los ideales; realidades que se resisten a quedar en meros reflejos y rasgan las vestiduras de la indiferencia que, invariablemente, nos tiene a todos adormecidos por los huevos, susurrantes, parcos de apercibimiento, semiahogados en una visión ajena y falsariamente cotidiana de nuestro mundo.



Testigo de un mundo que hace sangre
Comentario sobre la exposición "Testimonio" de James Nachtwey, organizada por PhotoEspaña en 2000, en el Círculo de Bellas Artes (Madrid)

Se ha abierto una capilla doliente, aquí, en Madrid. Oficia un tal James Nachtwey (Siracusa, Estados Unidos, 1948), fotógrafo.

Una mujer vuelve el rostro ante la foto de un niño checheno con las dos piernas cercenadas. "Es dramática", apunta una joven a su amiga frente a un muerto de acera en Haití. "Esto está lleno de calamidades", advierte un hombre a otro recién llegado.

James Nachtwey, el fotoperiodista bélico más mimado de la revista "Time", dos veces ganador del Premio World Press Photo, expone hasta mediados de julio una relación de hechos presenciados en los últimos años de este planeta: niño ruandés amacheteado; chechena descubriendo a su vecina destrozada por un mortero; huérfanos rumanos abandonados al sida; viudas de guerra llorando; "ex"-combatientes en la morgue; sombra armada amenazando la somnolencia de un niño aterido en la noche rural ugandesa; delincuentes estadounidenses víctimas del sistema y sus correlativas víctimas sangrantes en calles cualesquiera del Imperio...

PhotoEspaña 2000 ha reunido 150 de sus trabajos bajo el título "Testimonio", que dan fe de la vocación inquebrantable, a todo riesgo, de este cincuentón continuador de Robert Cappa (muerto en acción), admirador de Eugene Smith y modelo de Miguel Gil (muerto en acción), como representante de la línea sucesoria o viviente de la fotografía de guerra. "Intento que no exista intermediario entre la realidad y el espectador". Es su técnica.

En su obra, artero maridaje de forma y contenido: belleza que despreviene las barricadas que todos montamos contra el horror y despierta las hambres estéticas, para, en una fracción de segundo, desprotegidos e inermes, caer heridos en la trampa-bomba de un contenido sin otro adorno que el dolor.

En algunos casos ("Chechenia", "Rumanía", "Crimen y castigo en los Estados Unidos"), ha optado por la exhibición en mosaico, un compendio de imágenes con aspiración a "collage" polienmarcado que, según el propio autor, pretende envolver al espectador como a él lo envolvieron los dramas que denuncian.

Son los detalles los que encumbran: la rosa negra de sombra sobre el corazón de una mujer bosnia enterrando a uno de los suyos; el encuadre de un muchacho checheno encamado que parece de rodillas para arriba pero que es de cuerpo entero, porque no tiene piernas; la angelical expresión de un cadáver inane en el África hambrienta; el brillo de unos ojos perdidos en la oscuridad de una silueta infantil que indagan al fotógrafo por la sinrazón de un muerto; el contraste entre la negritud del equipo "Crimen" y la blancura del equipo "Castigo" que juegan en la división de honor del sistema penal estadounidense....

Alguna hay de esperanza: niños, sudafricanos, negros, flotando entre las nubes, en pleno salto del vacío que abisma la distancia entre el odio y la cordura, (1992), cuando el tránsito político del apartheid a las elecciones.

¿Fotografía social? Absolutamente. Nada de poesía. Su compromiso es el del desenmascarador de una placidez ilusoria cuasiimpuesta por poderes conscientes o inconscientes, el del aguafiestas de orondas e impúdicas barbacoas de bienestar, el del añicador silencioso de la ingenuidad ruidosa que nos caja-atonta.

Él mismo lo desvela cuando comenta el reportaje sobre la guerra civil ruandesa (Planeta Tierra, 1994): "quería rebatir el mensaje de los mandatarios estadounidenses y de las Naciones Unidas, que negaban la calificación de "genocidio" al conflicto". Y lo rebate: la impronta "genocidio" acuchilla, una y otra mirada, la retina del observador. Son fotos que no mienten. "Nunca he hecho posar a nadie", asegura. "Todo estaba ahí". Y esto precisamente es lo más desconsolador: su verdad; la puta verdad.




ENTREVISTA A JAMES NACHTWEY

La mirada del testigo

"Mi intención es hacer ver que en la violencia debería haber algún tipo de mediación"

No es un aventurero romántico al uso ni un amante del riesgo adicto a las descargas de adrenalina. Este hombre alto, delgaducho, lacónico, de hablar pausado y largos silencios intercalados, tiene algo de defensor de causas perdidas. La suya es una fotografía moral, inspirada en el trabajo que sus predecesores realizaron en la Guerra del Vietnam y la defensa de los derechos civiles en Estados Unidos. Imágenes contra la insensibilidad de un mundo que mancha todos los días su conciencia con matanzas adonde nadie quiere mirar. Y allí va él, con su cámara en el morral, dispuesto a campear con los fusiles, y a mostrar al planeta su cinismo con unas cuantas imágenes que aciertan de pleno en todo el que las ve.

Nachtwey ha pasado por Oriente Medio, Sudáfrica, Nicaragua, El Salvador, Filipinas, Indonesia, Chechenia, Somalia, Etiopía, Kosovo, Bosnia, Ruanda, Rumanía,... últimamente trabaja sobre el sistema penal estadounidense. Es colaborador habitual de la revista "Time".

- ¿Qué siente al hacer estas fotos?
- Ira, compasión, frustración, incredulidad, ... Intento poner todas estas emociones en mis fotos al servicio de ese sufrimiento, más que dejar que me paralicen y que me impidan hacer mi trabajo. El obstáculo emocional es muy difícil de superar. Pero no haría bien si me encerrara o me dejara arrastrar por esos obstáculos; no sería útil que me rindiera ante ese sufrimiento. Y lo que hago es intentar canalizarlo en mi trabajo. Es como un médico que asiste a un terrible accidente. No haría bien si se negara a ver esa heridas. Lo útil es que use su formación médica.

- ¿Alguna vez ha abandonado la cámara para ayudar a una persona?
- Muchas veces. Tengo muy claro que mi meta es ser periodista, ser fotógrafo. Si alguien ya está siendo ayudado por un colega, por un médico, o está siendo atendido en una estación de alimentación, entonces hago mi trabajo. Pero si me doy cuenta de que soy el único que puede ayudar a esa persona, entonces, dejo la cámara y la ayudo.

- ¿Por ejemplo?
- Por ejemplo, en Haití, me encontré con un hombre que estaba siendo linchado por una multitud. Me metí dentro de la multitud, los detuve y saqué al hombre. En Somalia, me encontré varas veces con gente que no había llegado todavía a las estaciones de alimentación. Estaban a las afueras de la ciudad y no tenían ya más fuerzas para continuar o no sabían el camino. Me di cuenta de que si me iba, morirían. Yo era su última esperanza Así que los llevé yo mismo a la estación de alimentación. También, en muchas batallas, cuando no hay soldados suficientes para llevar a los "heridos" (lo dice en castellano), he colaborado. Han sido muchas veces.

- ¿Por qué decidió ser fotógrafo de guerra?
- Me parece el uso más valioso que puede hacerse de la fotografía: tratar temas que necesitan una toma de conciencia por parte de la opinión pública para que se ejerza una presión en favor del cambio.

- La guerra del Vietnam tuvo que ver bastante en esa decisión.
- La Guerra del Vietnam y el movimiento por los derechos civiles americanos ocurrieron cuando yo era estudiante. Las fotografías que se hicieron causaron una impresión muy profunda en mi país y en mí, personalmente. El gobierno decía una cosa; y las fotos otra. Yo daba más crédito a las fotografías. Eso es lo que me hizo querer ser fotógrafo y querer formar parte de esa tradición.

- ¿Por ello estudió Ciencias Políticas y Arte, en la universidad?
- No, eso fue casualidad. Al empezar mis estudios no tenía ni idea de que quería ser fotógrafo. Creo que estudié políticas primero y luego me atrajo la historia del arte.

- ¿Qué principio guía sus fotos?
- Que exista una relación lo más directa posible entre la gente que estoy fotografiando y los que ven las fotos. No quiero que mi forma de fotografiar se interponga entre ambos. Por eso, intento no hacer composiciones demasiado complejas, porque puede distraer y sería más una manipulación de la situación que una presentación poderosa y elocuente.

- ¿Alguna vez le ha dicho a alguien que se coloque en un sitio determinado para hacer la foto?
- Nunca, todas las fotos, simplemente, estaban ahí.

- ¿Qué características debe tener un fotógrafo de guerra?
- Un propósito, capacidad de recursos, aguante y no ser temerario,

- El fotógrafo es alguien no deseado en una guerra. Cuando le dicen que no vaya a un sitio, ¿qué hace?
- Si es posible ir, voy. Muchas veces, simplemente, no es posible. Una vez que te paran, te paran. Por supuesto que tienes que utilizar todos tus recursos, pero sin ser demasiado temerario. Es muy difícil oponerse a gente con armas. De todas formas, la mayor parte de las veces estoy intentando ir a sitios donde la gente me dice que no puedo ir, que no debería ir, que es muy peligroso ir o que es imposible ir.

- A finales de mayo fue asesinado en Sierra Leona el periodista español de la agencia Associated Press Miguel Gil.
- Lo conocía bien. Habíamos coincidido varias veces. Tenía un gran respeto y admiración hacia él y hacia su trabajo. Era un individuo único y con mucho talento, irremplazable. Kurt Schork, el americano al que mataron junto a Miguel, también era un gran periodista, movido por su conciencia, con un propósito moral como el mío. Y también es irremplazable. He perdido cerca de una docena de colegas a los que conocía muy bien. Y tenemos que seguir, no podemos parar. Es lo que ellos hubieran hecho si la situación fuera diferente.

- ¿Ha estado a punto de morir muchas veces?
- Un par de veces han matado a alguien que estaba tan cerca de mí como usted lo está ahora (medio metro). Otra vez, en Afganishtan, un misil cayó a tan sólo unos metros de mí. Pero no explotó. Se metió en la tierra. Si hubiera explotado me hubiera convertido en montón de pedacitos. También he sufrido emboscadas...

- ¿Cómo encara el riesgo de morir?
- Intento no pensar mucho en ello.

- ¿Sus fotos pueden cambiar determinados hechos?
- No tengo la ilusión de que mis propias fotos cambien nada por sí mismas. Mi trabajo es parte de un trabajo más amplio, el de la prensa, en general. Todos juntos tenemos un efecto acumulado de toma de conciencia y opinión, un efecto sobre la gente que toma decisiones. Mis fotos son una contribución al conjunto de la comunicación.

- A veces, persigue un propósito muy concreto, como en Ruanda.- En Ruanda, los líderes de Estados Unidos y de las Naciones Unidas se negaban a utilizar la palabra "genocidio", porque eso les obligaba a intervenir, y después de lo sucedido en Somalia no estaban dispuestos a ello. Pero mis colegas y yo queríamos que fuera llamado "genocidio". Y lo conseguimos. De todas formas, fue un error la forma en que se intervino allí. Lo mismo sucedió en Bosnia, una guerra que duró más de lo que debía de haber durado. Creo que esto se subsanó en Kosovo, donde se actuó más rápido.

- ¿La violencia es fotogénica?
- No diría fotogénica. Creo que la palabra es dramática. Pero procuro no recoger simplemente el drama por el drama, sino llegar a la gente en un nivel mental, emocional y moral. Mi intención no es entretener con el drama de la violencia., sino hacer ver que en esa violencia debería haber algún tipo de mediación, algún esfuerzo por llegar a una resolución que pusiera fin a ella.

- En la primera guerra del golfo , el periodista de la CNN, Peter Arnett, entraba en un hospital de Bagdad y pedía a su cámara que sacara las imágenes más truculentas que viera. ¿Piensa que se busca el sensacionalismo por medio de la violencia en los medios de comunicación?
- En primer lugar, no tengo constancia de este hecho que me cuenta, así que no puedo hablar sobre ello. Conozco a Peter y sé que es un periodista muy bueno y muy valiente, pero esta situación particular, la desconozco. En cuanto a que se saquen imágenes sangrientas... ¿Ha sido testigo alguna vez de una guerra?

- No.
- Creo que cualquiera que haya presenciado una guerra entenderá que es una forma de comportamiento sangrienta, violenta, brutal, salvaje. Alguien que la presentara de cualquier otra forma sería un falso. No creo que quisiera hacer fotos que la conviertan en algo cómodo, imágenes que no molesten a la gente, que la entretengan. El propósito de la guerra es matar y destruir. Y eso es lo que pasa en las guerras. Y los que la retratan de esa forma no lo hacen porque les haga sentirse bien, sino por que se sienten responsables de informar sobre la realidad.

- ¿Incluso en televisión, en horario de máxima audiencia?
- Para mí es mucho más duro el que suceda una guerra que el que la gente tenga que ver sus imágenes. No es justo perseguir al mensajero. Me preocuparía más presionar a la gente que están creando las guerras más que a los periodistas que informan sobre ellas.

- ¿Cuál es el conflicto que más le ha impresionado?
- Imposible elegir. Diría que el genocidio de Ruanda fue algo más allá de la comprensión humana, más allá de toda imaginación.

- ¿Qué razones hacen surgir el odio entre las personas?
- El miedo, la avaricia, la inseguridad, la manipulación de la información,...

- ¿Trabaja para algún medio en particular?
- Trabajo para mí mismo y para la revista "Time". La agencia Magnum me ayuda a distribuir mis fotos. Para "Time" trabajo mucho. La mayor parte de las ideas son mías. Las propongo y, generalmente, me las aceptan. Ahora ya confían en mi instinto y en mi juicio.

- ¿Cuánto puede ganar con una foto?
- Gano lo justo para vivir. Es una lucha continua. Siempre lo ha sido. Y creo que siempre lo será. Hay otras formas de hacer mucho más dinero.

- Actualmente tiene en proceso de elaboración un reportaje sobre el sistema penal estadounidense, "Crimen y Castigo en EEUU". ¿Qué le mueve a hacerlo?
- Es un tema muy polémico en América, sintomático de otros problemas sociales: falta de oportunidades, falta de educación, prejuicios raciales,... Quiero explorar estos problemas en mi propio país y ayudar a que la gente que tome conciencia de ellos.

- ¿Qué opina de la pena de muerte, todavía vigente en los Estados Unidos?
- No creo que nadie tenga derecho a tomar la vida de otra persona. Ni el Estado.

- ¿Su trabajo puede contribuir a su abolición?
- Hay otra mucha gente trabajando para abolirla. Cualquier efecto que tuviera mi trabajo sería una pequeña parte de un esfuerzo mucho más grande.

- ¿Su profesión le ha cambiado como persona?
- Puede que sea más compasivo, más tolerante, más capaz de salir fuera de mí mismo e identificarme con otra gente.

- ¿El riesgo es adictivo?
- Para mí, no. No soy adicto al riesgo. Forma parte del escenario. Lo acepto, pero no lo busco, porque no me emociona.

- Parece usted una persona muy tranquila. ¿Es una ventaja para hacer este trabajo?
- Hay todo tipo de personalidades implicadas en esto. Yo me manejo como puedo. Es mi personalidad. Puede ser que ayude el estar sereno.

- ¿Cómo le ha afectado a sus relaciones personales el ir de aquí para allá jugándose la vida?
- Es una forma un tanto especial de vivir. La gente próxima a mí tiene que adaptarse al modo en que vivo, y los que siguen siendo mis amigos lo han entendido y aceptado.

- ¿Ha soñado alguna vez con la gente a la que ha hecho fotos?
- No quiero hablar sobre mis sueños.

- ¿Tiene alguna foto favorita?.
- Mía, no, sinceramente.

- ¿Y de otros?
- La foto más bella, eficaz y elocuente que he visto jamás es la que hizo Eugene Smith, en Japón, de una madre cogiendo a su hijo deforme, en una bañera. El hijo estaba deforme por un envenenamiento de mercurio. Era un reportaje sobre la contaminación del medioambiente.

- ¿Qué planes tiene para el futuro?
- Queda mucho por hacer. Pero no hablo sobre proyectos. Los realizo y luego los presento.

- ¿Dejará de ir a cubrir guerras?
- Podría ser. Pero no estoy preparado todavía para dejarlo.

"Tomoko Uemura en su bañera", Eugene Smith,1972

1 comentario:

Luis dijo...

Fantastica entrevista. Felicidades. Natchwey es un excelente si no el mejor fotografo de nuestros tiempos.