Michael Bishop es uno de los descubridores de los oncogenes, los genes cuyo defecto propicia el cáncer. Por este descubrimiento, que realizó junto a su colega Harold Varmus, recibió el Premio Nobel de Medicina en 1989.
Además Michael Bishop es uno de los tipos más encantadores a los que he entrevistado. Con él me pasó algo que no me había pasado nunca. Y que nunca me ha vuelto a pasar.
Foto: Portada del libro "How to Win the Nobel Prize: An Unexpected Life in Science", de J. Michael Bishop, publicado por Harvard University Press en 2003.
NOTA PUBLICANENSIS
Le hago una entrevista en Madrid. Pactada media hora, pero que se queda en veinte minutos por mor de ese cortejo de “pelotas” que a veces revolotea en torno a este tipo de personalidades visitantes, sobreprotegiéndolas como si pensaran que son niños pequeños sin voluntad.NOTA PUBLICANENSIS
El caso es que, más de un mes después, cuando la entrevista está a punto de publicarse, la revista me llama para preguntarme si no tendré por ahí más preguntas personales que las que les envié. La ven demasiado centrada en su actividad investigadora. Respondo que la entrevista fue más breve de lo esperado, pero que veré que puedo hacer. “Como muy tarde han de estar pasado mañana”, puntualizan.
Ni corto ni perezoso llamo a la Universidad de California. Hablo con su secretaria y me dice que está en Washington, en el Departamento de Salud (el equivalente al Ministerio de Sanidad) . Que le escriba un mail.
Pienso para mis adentros: “¡Cuántos mails habré escrito a personalidades, famosos, famosillos e incluso a meros funcionarios de gabinetes de prensa institucionales, que nunca han sido respondidos!” Evidentemente Bishop, un premio Nobel (sin necesidad alguna de promocionar su imagen); con una actividad investigadora cuasifrenética, a juzgar por su número de artículos, en equipos de distintas universidades, sobre una gran diversidad de temas,...; y consejero del Departamento de Salud de Estados Unidos, debe de tener su mail petado y lleno de requerimientos y peticiones importantes, aparte de sus obligaciones, como para esperar de él que responda a un periodista, uno de entre tantos que lo han entrevistado, español (en la diáspora del imperio), que le hizo una entrevista hace un mes (in illo tempore), para un medio del que probablemente nunca hubiera oído hablar hasta entonces.
En cualquier caso, lo intento. Le cuento que seguramente no me recordará, que soy un periodista que le hizo una entrevista hace un mes en España, que las preguntas que voy a hacerle no tienen nada que ver con su actividad investigadora, docente o política y tal vez no le parezcan oportunas, y que le agradecería que me respondiera a la mayor brevedad posible. Me voy a dormir.
A la mañana siguiente me conecto, abro soñoliento y rutinariamente mi cuenta de mail, sin pensar siquiera en las preguntas a Bishop y, cuál es* mi sorpresa, cuando veo que Bishop me ha respondido. Dos horas después de enviarle el mail: “Por supuesto que me acuerdo de ti”; “Al contrario, tus preguntas me parecen muy interesantes”, “Estas son las respuestas...”.
Pasmoso. Cuánta gente no sólo con mucho menos prestigio que Michael Bishop, sino siquiera con un ápice de su talento o de la inmensa repercusión de su actividad profesional, debería aprender de él.
Soportar silencios, negativas y desplantes forma parte de la profesión, sí. (nota: ver enlace artículo de John Carlin, al respecto). De esa costra que recubre al periodista, trastienda de todo reportaje y entrevista. Sorprende, por eso, gratamente encontrase con un tipo ejemplar como este hombre.
Con ustedes, Michael Bishop.
Foto: http://hooper.ucsf.edu/hooper/bishop_lab.html
ENTREVISTA A MICHAEL BISHOP
“Todo gran descubrimiento científico ha venido de una herejía”
Nacido un 22 de febrero de hace 63 años en York, una aldea rural de Pennsylvania, se licenció en Ciencias Químicas por la Universidad de Gettysburg, en 1957, y, cuatro años más tarde, en Medicina por la Universidad de Harvard. Tras dos años en un hospital, decidió consagrar su vida a la investigación. En 1989 obtuvo el Premio Nobel de Medicina por el descubrimiento de los oncogenes, junto a su amigo Harold Varmus. Actualmente es profesor de Microbiología e Inmunología de la Universidad de California, en San Francisco, donde investiga sobre el cáncer.
¿Qué es un oncogen?
Un gen normal que ha sido dañado de forma que contribuye a que se produzca un cáncer.
¿Cómo contribuye a ello?
Tenemos muchos genes que controlan la reproducción celular. Algunos aceleran esa reproducción. Si uno resulta dañado, se convierte en un “acelerador” atascado. Otros genes actúan como “frenos”. Y también pueden volverse defectuosos. En ambos casos tenemos un oncogén, porque contribuyen más al cáncer que al funcionamiento normal de la célula.
¿Puede nacerse con ellos?
Muy de vez en cuando los genes están dañados ya en el espermatozoide o en un óvulo. Se trata, entonces, de un cáncer familiar, que se hereda de una generación a otra. Representan el 5 por ciento de todos los cánceres.
¿Qué es lo habitual?
Que a lo largo de la vida haya agentes cancerígenos que dañen nuestros genes. El tabaco es el mejor ejemplo. Contiene muchos tóxicos químicos que pueden dañar a los genes. Si dañan a lo que llamamos un protooncogén, lo convierten en oncogén.
¿Todo cáncer sigue esa secuencia?
En estos momentos no hay razón para pensar que haya cánceres que no se basen en este tipo de problema. Los genes difieren algo entre ellos y de un cáncer a otro. Quizás el grupo de oncogenes es diferente en el cáncer de mama y en el cáncer colon. Pero son distintas ramas de una misma familia.
Oncogenes
Fuente: http://www.web-books.com/eLibrary/Medicine/Cancers/General.htm
¿Que falta para que sepamos cómo prevenir y cómo curar el cáncer?
La respuesta es la misma en ambos casos: más investigación. No podemos curar la mayoría de los cánceres todavía porque no entendemos su mecanismo. Y no podemos prevenir el cáncer porque no entendemos sus causas. Si quieres prevenir el cáncer de pulmón, haz que la gente deje de fumar. Si quieres prevenir el cáncer de piel, haz que la gente deje de quemarse la piel. Pero, ¿cómo prevenir el cáncer de mama? No lo sé; necesitamos más investigación. ¿El cáncer de colon? No lo sé, necesitamos más investigación. ¿El cáncer de próstata? No lo sé, necesitamos...
Más investigación.
Actualmente podemos curar algunas leucemias, algunos tumores locales con cirugía, o un cáncer de mama o de colon, si lo cogemos pronto. Pero en cuanto metastatiza, no hay esperanza. Necesitamos más, mucha más, investigación.
Queda aún mucho para que tengamos controlado el cáncer.
Desde luego, no se conseguirá ni en mi generación ni en la siguiente.
¿Cómo reacciona cuando alguien se pone a fumar a su lado?
Trato de alejarme discretamente. El tabaco me resulta extremadamente irritante, aunque no siento ninguna hostilidad hacia aquellos que fuman. Se merecen comprensión y darles ánimos para dejarlo.
¿Qué haría si le diagnosticaran cáncer?
Visitaría a un especialista. Frecuentemente hay esperanza.
BISHOP LABORATORIO RATONES
¿En qué línea de investigación trabaja actualmente?
No en las directamente implicadas en la curación del cáncer. Sino en la viene antes: proveer de “dianas” a los terapeutas.
¿”Dianas”?
En mi laboratorio hacemos modelos con ratones donde el cáncer sea idéntico al cáncer humano. Con ellos podemos probar terapias experimentales en ratón y saber que funcionan exactamente como van a funcionar en seres humanos. Así los resultados son fiables: si funciona en el ratón, puedes estar bastante seguro de que va a funcionar en seres humanos; y si no funciona, puedes estar bastante seguro de tampoco va funcionar en humanos.
¿De qué trataron sus primeras investigaciones?
Por entonces me interesaban los virus. Mi primer artículo era sobre una de las moléculas implicadas en la reproducción del virus de la polio. El estudio de los virus me condujo a la investigación sobre el cáncer, porque aprendí que había virus que producían cáncer en animales y existía la hipótesis de que hubiera virus que produjeran cáncer en humanos. Me pareció una forma muy buena de estudiar el cáncer, porque los virus son muy simples, hay algunos que sólo tiene cuatro genes (por los cien mil que tenemos nosotros). Y me dije: si entendemos esos cuatro genes, probablemente entenderemos algo sobre cómo los virus producen cáncer. Lo publiqué en la revista de la Academia Nacional de Ciencias de Estados Unidos (National Academy of Sciences of the US). Fue como volver a nacer. (Risas) Antes de publicarlo era doctor; después, científico.
Demostró ser una buena línea de investigación.
Absolutamente. Estudiar esos virus nos condujo a Harold Varmus y a mí al descubrimiento de los genes cancerígenos en las células normales, los oncogenes. Luego abandoné totalmente los virus y me dediqué sólo al estudio de los genes.
¿Cómo fue su relación con él cuando estaban descubriendo los oncogenes?
¿Conoce la palabra “consustancial”? Es un término teológico. Ser consustancial significa ser uno parte integrante de otro. Así éramos nosotros, muy consustanciales. Todo lo conseguimos juntos: planificamos los experimentos juntos, supervisamos a los estudiantes juntos... Pero hay que decir que él es mucho más inteligente que yo (Risas).
J. Michael Bishop y Harold Varmus en 2002. Foto:Mikkel Aaland
Fuente: http://www.ucsf.edu/science-cafe/articles/ucsf-nobel-laureate-harold-varmus-sworn-in-as-nih-director/
¿Sigue viéndose con Varmus?
Continuamente. Trabajamos juntos hasta que él se mudo para dirigir el Instituto Nacional de Salud. Yo, por suerte, vivo en San Francisco; y él, para su desgracia, vive en Washington. Pero voy a Washington continuamente. No comunicamos por e-mail, por teléfono....
Antes que investigador fue médico en un hospital. ¿Por qué lo dejó?
Me sentía frustrado. Muy pocas enfermedades podían tratarse eficazmente: algunas infecciones con antibióticos,... Pero no podíamos curar las enfermedades cardíacas y no podíamos curar el cáncer. Así que decidí dedicar mi vida a la investigación para mejorar los tratamientos, porque la razón de que no tuviéramos mejores tratamientos era que no entendíamos la enfermedad. Quería hacer ciencia sobre los mecanismos de la enfermedad que ayudara a que, finalmente, otra persona, no yo, diseñara mejores tratamientos.
Otra de sus vocaciones es la docencia.
Hasta que descubrí que, en el sistema académico americano, el profesor, además de enseñar, hace investigación. Y me pregunté: ¿investigación?, ¿qué es eso? Yo venía de un pueblo pequeño, no sabía nada de la vida universitaria, así que probé con la investigación en la Facultad de Medicina. Y me enamoré de ella. Me he dedicado a la investigación desde entonces. Pero también me encanta enseñar. Siempre he sido profesor y todavía doy clases. Me lo paso bien y me rejuvenece porque tienes que tratar con gente joven, con sus preguntas, con su energía, con sus preocupaciones y con sus críticas. Dar clases me motiva mucho.
Algo que me llama la atención es la variedad de temas que ha tratado en los artículos que ha publicado sólo en este último año.
Soy como Picasso. Pruebo muchos estilos diferentes (Risas). Como científico tus intereses evolucionan a lo largo de tu carrera. El científico que se pasa veinte años investigando sobre un mismo tema deja de ser original. Si te quieres mover en temas punteros, tienes que cambiar tu tema, tus técnicas y tus intereses. Para mí es nuevo trabajar con modelos de ratones. Llevo cinco años en ello, y creo que es importantísimo hacerlo ahora.
Se ha comparado con Picasso. ¿El científico tiene mucho de artista?
Un aspecto importante de ser científico es el sentimiento de libertad y de juego. Debes mantener continuamente la voluntad de buscar cosas nuevas. En realidad, todo gran descubrimiento científico ha venido de una herejía. Si miro a la historia del arte, lo que me gusta son los grandes cambios, alguien que hizo algo que nadie había hecho antes: el cubismo, el fauvismo, Miró,... Ese tipo de cambios radicales, el pensar de una forma totalmente distinta, se traduce en descubrimientos científicos. Experimentar y poner tu mente en un estado en el que no cuenten las reglas es parte de toda actividad creativa, ya sea arte, música, literatura o ciencia. En el fondo, no son muy diferentes.
Entiendo que es amante de la pintura.
Esta mañana he estado en el Museo Reina Sofía, ayer en el Thyssen y hace dos días en el Prado. Me encanta el arte. Mi esposa y yo somos coleccionistas. De obras en papel, porque no podemos permitirnos óleos. Y algunos de mis artistas favoritos fueron españoles, así que me gusta España, la respeto, y sólo deseo poder venir con más frecuencia.
¿Con qué otras artes disfruta?
Leer es lo que más gusta: literatura, historia, biografía. Mi segunda afición es la música clásica. Me encanta. Si no escucho al menos un concierto a la semana, sufro una grave reacción psicológica.
Investigación Estados Unidos vs Europa
Para Bishop, que investigó durante un año en Hamburgo (Alemania), la ciencia que se hace en Estados Unidos ha tenido dos grandes ventajas respecto a la que se practica en Europa. La primera es el dinero. “Después de la Segunda Guerra Mundial, el gobierno empezó a invertir grandes sumas de dinero en investigación médica y en otro tipo de investigaciones científicas. Por varias razones, los países europeos iban por detrás, ya que no pusieron tanto dinero en investigación científica, en parte, porque Estados Unidos podía permitírselo más”.
La segunda ventaja es el trato a la gente joven. “Hasta hace poco los estadounidenses hemos tratado mejor a nuestros jóvenes científicos. Les hemos dado más libertad, más apoyo y autonomía; hicieron lo que querían hacer”. El sistema americano era muy competitivo: podían competir por becas entre ellos, se les daba el dinero “según los méritos, no en función de a quién conocían o quién los protegía o hablaba por ellos, y la mayoría de los científicos europeos dicen que no tuvieron ese sistema en Europa, donde todo era mucho más jerárquico”.
“Estas dos razones nos han hecho muy fuertes en investigación biomédica”, asegura Bishop.
Líneas de investigación frente al cáncer
“Actualmente hay cuatro grandes líneas de investigación en la terapia contra el cáncer.
La primera es hacer fármacos que ataquen el problema que ocasiona el gen. Por ejemplo, contra un oncogen “acelerador” atascado, intentar conseguir un medicamento que lo detenga. La segunda es la inmunoterapia, lograr un anticuerpo que ataque sólo a las células cancerígenas, que presentan en su superficie antígenos específicos. La tercera es la antiangiogénesis. Se trata de matar los vasos sanguíneos que llegan al cáncer. Cuando un tumor crece, es un nuevo tejido, que necesita aporte sanguíneo. Si se mata esos vasos sanguíneos, se ahoga al tumor. Este método está ahora muy de moda en los Estados Unidos. La cuarta forma, que es, de lejos, la más experimental, es la terapia génica verdadera. Su objetivo es reemplazar en el cáncer el gen malo por un gen bueno. También es muy popular, pero todavía va a llevar bastante tiempo hasta que funcione.
Además, por supuesto, tenemos la terapia convencional -medicamentos invasivos contra cualquier célula que se divide-, y la cirugía, que es como se cura habitualmente: si cortas todo el tumor primario, has curado el cáncer. Pero si tiene metástasis, la probabilidad de curarlo es muy pequeña.”
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